De acuerdo con una investigación de la Universidad de Georgia, existe un circuito específico en el cerebro, que altera la impulsividad alimenticia. Sin embargo, algunos tips te servirán para lidiar con las emociones, pues una persona puede comer sin tener hambre, para atender una necesidad emocional como respuesta a la soledad o a un conflicto.

Atención precisa

Lo primordial es responder a tu hambre, lo que te permitirá estar en contacto con tus necesidades reales.

Determina si realmente tienes hambre o sólo comes porque te sientes en conflicto.

No realices dietas excesivamente bajas en calorías, pues será más fácil que sucumbas a la necesidad de atracones. Está comprobado que personas sometidas a ellas, recuperan el peso perdido en un 98 por ciento de los casos.

Es ideal que cuando te quieras someter a una dieta, recurras a la valoración de un nutriólogo, que implemente un plan nutricional equilibrado en base a tus necesidades.

Evita etiquetar los alimentos en buenos y malos, pues tratarás de consumir los prohibidos o nocivos, lo que conducirá a culpa e iniciará un círculo vicioso.

Deja de comer cuando sientas saciedad, por ello, tampoco te sirvas platos copiosos.

El desayuno debe ser una de tus comidas principales, pues activa el metabolismo tras el ayuno que se provoca por las horas de sueño.

– Incluye proteínas en tus tres comidas principales, ya que tardan más en digerirse y te brindan mayor satisfacción a lo largo del día.

– Acepta tu cuerpo, reconciliarte con él, será de gran ayuda. Lo más importante es que aprendas a conocerte, sin juzgarte, poco a poco tendrás noción de tus sensaciones y podrás evitar actuar impulsivamente en cuanto a alimentación se refiere.