Largos períodos sentada pueden producir esa molesta sensación de distención abdominal. Sin embargo, el estrés también es el enemigo al acecho. Cuando se produce un episodio estresante el cerebro manda una señal de auxilio al intestino, que obedece a la alerta y comienza a ahorrar energía durante la digestión, por lo que se producen menos proteínas para proteger las paredes intestinales, llamadas mucinas. Obviamente si el estrés se prolonga durante varios días, la mucosa intestinal sufrirá alteración y las bacterias buenas de la microbiota comenzarán a reducirse mientras las patógenas aumentan; además se genera un bajo flujo sanguíneo y de oxigenación que provocará inflamación, calambres.

Al ataque

  • ¿Sabías que el estrés aumenta el apetito? En efecto los estudios demuestran que la angustia física o emocional provoca el consumo de alimentos ricos en grasa y azúcar, de acuerdo con Harvard Medical School. Sin embargo, puedes incluir en tu dieta alimentos que reducen la ansiedad, como aquellos que son ricos en omega 3, que han demostrado ser eficiente para mejor el ánimo; adopta las almendras, avellanas y nueces de Brasil que también son ricas en magnesio que relaja los músculos y reduce la ansiedad. Además reducen el estrés oxidativo y logra que las bacterias de la microbiota produzcan sustancias antiinflamatorias, según informes publicados en el Journal Scientific Reports.
  • El ajo, podría resultar un poderoso aliado, ya que tiene un alto contenido de prebióticos, el alimento de las bacterias intestinales con lo que aumentarás las bacterias buenas. Puedes incluirlo crudo o cocido y gozar de sus propiedades, según un estudio publicado en Food Science and Human Wellness.
  • Al ejercitarte liberarás la tensión y estimularás la producción de las endorfinas que actúan como analgésicos naturales que logran que mejores la calidad del sueño y que te sientas de mejor humor, de acuerdo con la Anxiety and Depression Association of America.
  • Incluye en la dieta alimentos que de hoja verde que son ricos en polifenoles y carotenoides, además son ricos en fibra, que agiliza la digestión y equilibra la microbiota. También el chocolate oscuro y yogur que son ricos en probióticos, que ayudan a que la microbiota esté en balance.