En realidad no es el cerebro son las emociones, de acuerdo con la Dra. Nuria López y Pérez, especialista en neurogastroenterología, “hay una relación estrecha y compleja entre el cerebro y el intestino, lo que se conoce como el eje intestino cerebro, de allí que las emociones, la depresión y el estrés tengan un efecto directo en el sistema gastrointestinal. El caso de las mujeres es más complicado, porque el eje intestino cerebro no es solo una conexión neurológica o nerviosa entre el cerebro y el aparato digestivo, también influyen la microbiota, la alimentación, el medio ambiente, el aspecto hormonal, la parte de la educación y la parte social”.

Se sabe que una microbiota descuidada puede tener influencia en la depresión, ansiedad, obesidad y hay estudios que la relacionan con el mal de Parkinson, o el sistema nervioso entérico, no el sistema nervioso central.

Asistencia adecuada

Para el beneficio de la microbiota y como coadyuvante en la terapia clínica de problemas gastrointestinales, se recomienda el consumo de probióticos recetados por el médico, definidos como bacterias vivas que tienen un impacto en la salud.

Son útiles en el Síndrome de Intestino Irritable, estreñimiento, diarrea crónica funcional, encefalopatía hepática, enfermedad inflamatoria intestinal, entre otros.

De manera paralela al tratamiento médico, hay que entender que son enfermedades crónico intermitentes, por lo que estarán presentes de manera constante en el entorno familiar. Lo recomendable es incluir alimentos aliados en la dieta como aquellos que contienen fibra, alimentos de origen vegetal (verduras, frutas, cereales integrales, legumbres, semillas, nueces, etc.) y los fermentados, entre otros.

En ocasiones es necesario un cambio en el estilo de vida: evitar comer rápido, no saltarse las comidas o hacer ayunos prolongados, practicar ejercicio, disminuir elconsumo de alcohol y el tabaco.

Es recomendable una atención integral, ya que puede tener afecciones tan diversas como migraña, fibromialgia, lumbalgia y dolores articulares crónicos, daño dermatológico, entre otros. También es importante la terapia psicológica para atender la parte emocional.