Cuando se habla del vino tinto, inmediatamente se relaciona con elegancia y calidad. Al referirnos a Viña Tarapacá, sumamos 145 años de historia, tradición y legado. Durante siglos, la vid ha prosperado en territorios latinoamericanos, sin embargo, Chile es un país que se ha destacado, convirtiéndose en uno de los principales productores vinícolas a nivel mundial gracias al gran tesoro que esconde su territorio: un clima de ensueño y la fertilidad de sus campiñas.
Don Francisco de Rojas y Salamanca, fundador de Viña Tarapacá, demostró su maestría y conocimientos junto con otros enólogos y vitivinicultores expertos al aprovechar las perfectas condiciones donde estableció sus viñedos, así como las técnicas más innovadoras de producción que lo llevarían a elaborar vinos de primer nivel. Una referencia en el mercado al ser el único productor de vino Gran Reserva en todo Chile, cuyo legado se extiende por los cinco continentes y que ha evolucionado en todos los sentidos.
Para entender la travesía de Viña Tarapacá, es necesario trasladarnos al fundo “El Rosario de Naltahua”, un lugar de cualidades únicas conocido como El Clos Natural del Valle del Maipo, donde actualmente se encuentran sus viñedos. Este sitio marca un hito en lo que sería la elaboración de vinos chilenos, ya que aquí retoñó la uva Carmenère, hoy un símbolo de este país y que ha influido en el espíritu de Tarapacá.
La riqueza de especies de flora y fauna endémica del lugar, así como la forma en la que se relacionan, juegan un papel importante en los ciclos naturales de la región y en los procesos de elaboración de Viña Tarapacá; de no ser por el cuidado que la marca le ha dado a la biodiversidad de la zona, la calidad y el sabor de los vinos no sería el mismo. Viña Tarapacá es sinónimo de unidad con la naturaleza, en los últimos tres años han replantado más de 30 especies de plantas para el desarrollo de corredores biológicos que ayudan al balance natural del entorno.
En este sentido, encontramos una de las características que aumentan el valor de cada gota de vino producida por Viña Tarapacá: la sustentabilidad, una de las bases éticas en las que la empresa ha trabajado durante mucho tiempo. Una muestra de su evolución y desarrollo durante 145 años, fruto del aprendizaje y una forma de honrar la tierra que los vio nacer y por la que buscan elaborar todos sus productos con energía 100% renovable en 2021.
Para ello han instalado su propia planta hidroeléctrica, encargada del 60% de la energía de la bodega; el sistema de riego es impulsado a través de paneles solares y, por si fuera poco, el paraíso que rodea los viñedos, a las orillas de la Cordillera de los Andes, es una zona de 2,000 hectáreas de bosque protegido directamente por la viña para salvaguardar la flora y fauna endémica del lugar, el entorno que ha sido testigo de la vida y reinvención de los viñedos.
La riqueza de Viña Tarapacá va más allá de la delicadeza y calidad de sus vinos, el concepto que ha transformado a la marca ha conseguido elevar su atractivo ante el mundo entero y colocarlos una vez más como pioneros del sector. Una excelente forma de celebrar 145 años de legado y tradición en la producción de vinos, cuyo futuro se ve más brillante que nunca.