¿Sabes cuáles son son los signos que presenta una persona estresada? Incluyen elevación de la frecuencia cardiaca, mariposas en el estómago, respiración acelerada e incluso sudoración. Desafortunadamente, también afecta los intestinos y empeora condiciones digestivas al desequilibrar la microbiota, con lo que se deteriora la barrera intestinal, lo que facilita que bacterias nocivas y compuestos accedan al torrente sanguíneo y se cree una respuesta inflamatoria hiperactiva, según el estudio Leaky gut, leaky brain?
Más perjuicios
Además se presentan otras afecciones en los intestinos como resultado de un incremento de la motilidad y secreción de líquidos tras un evento estresante; en algunos casos se genera diarrea o por el contrario se retrasa el vaciado del estómago y se suscita dolor abdominal, ante el estreñimiento, de acuerdo con el estudio The neurobiolgy of stress and gastrointestinal disease.
4 tips para reducir los daños
- Atención a tus pensamientos: por lo regular tiendes a pensar negativamente ante cualquier eventualidad e incluso eres un juez implacable contigo misma. Lo ideal es aprender a convertir lo negativo en positivo. Ante una reunión o examen, piensa que lo lograrás, pues te preparaste, puedes manejar eso y más. Enseña esa valiosa lección a los niños, pensar positivamente.
- Vigila tus horarios: lo que implica que no pases largos períodos sin alimento o que evites estar picando frecuentemente. El estrés puede provocar que pierdas el apetito o por el contrario que quieras comer sin parar. Al comer a tus horas impedirás que se cree la inflamación abdominal.
- Limita el azúcar: bebidas, pastelillos y dulces azucarados suelen ser un detonante de la inflamación y también crean resistencia a la insulina, de acuerdo un estudio publicado en The European journal of Clinical Nutrition.
- Equilibra tu microbiota: se ha comprobado que los probióticos optimizan sus funciones de protección y disminuyen los síntomas de los malestares digestivos. Apuesta por alimentos fermentados como el yogur, chucrut, pepinillos y kéfir, que son ricos en probióticos.