Para que no suspendas tu rutina de ejercicios y puedas continuar con ese nuevo estilo de vida saludable, existen algunos trucos para disminuirlas o minimizarlas:
– Es indispensable que tras la serie de ejercicios, termines con una pequeña rutina de estiramientos pues no sólo previene las lesiones, relaja los músculos, aumenta la flexibilidad y también favorece la circulación. Incluso mejora la postura del cuerpo. Prueba a subirte a la caminadora a una velocidad lenta por cinco minutos. Después toma un pie y dóblalo hacia atrás para tratar de tocar el glúteo, cambia de pie. Lleva la palma izquierda a tu espalda mientras doblas el codo; intercambia de lado. Aspira profundamente mientras elevas los brazos como si tratarás de tocar el cielo, exhala mientras bajas los brazos.
– Toma un baño tibio después de ejercitarte y antes de acostarte a dormir para aflojar los músculos.
– Consume arándanos o su jugo, pues contienen una gran dotación de proantocianidinas, unos antioxidantes que generan un efecto antiinflamatorio, según una investigación realizada por School of Public Health. Además aumentan las bacterias buenas que se concentran en la microbiota intestinal, de acuerdo con un estudio publicado en línea en Applied and Environmental Microbiology.
– Apuesta por un masaje después del entrenamiento, de paso evitará que se formen contracturas.
– Aplica compresas con una almohada de semillas calientes, logrará desinflamar y relajar los músculos. Prueba a colocarla en las zonas doloridas antes de acostarte a dormir, no sólo conciliarás el sueño rápidamente, te olvidarás de las tensiones y despertarás de muy buen humor.
– Hidrátate antes y durante el entrenamiento, no sólo prevendrás el dolor, también disminuirás la inflamación. Prueba a tomar agua de limón, sin azúcar pero con una pizca de sal, te ayudará a reponer electrolitos.