Existen 4 tipos de violencia emocional, los cuales es importante empezar a identificar y cuestionar para ayudarnos no solo a mejorar no solo nuestro bienestar emocional, sino la forma en la que nos relacionamos con nuestro círculo social:

  • Gaslighting: es un tipo de violencia en el que una persona, a través de la manipulación psicológica y la alteración de hechos, hace dudar a otra acerca de su juicio, percepción, forma de actuar y su memoria. Este tipo de abuso es usual en parejas, y se perpetúa a través de frases como «tú estás loco/a», «eso nunca pasó», «eres muy sensible», etcétera.

El ‘gaslighting’ consta de 3 etapas: idealización, devaluación y desgaste, en donde primero la víctima idealiza a su abusador, después se cree incapaz de hacer algo bien y por último es abandonada por su pareja.

  • Ghosting: las redes sociales tienen gran injerencia. En este tipo de violencia, el abusador mantiene una relación con alguien, pero de la nada y sin ningún aviso corta la interacción y comunicación con su víctima a tal grado de bloquearla por todo medio, desapareciendo como un fantasma.

Este problema es grave, ya que deja en la víctima sentimientos profundos de inseguridad hacia su persona o en su forma de establecer relaciones con los demás, llegando a afectar su propia autoestima.

Benching: son falsas relaciones mantenidas por conveniencia, la persona abusiva mantiene a su pareja (e incluso amigos) a su disposición para evitar sentirse sola, pero nunca se compromete de forma real o establece términos claros de su relación.

En muchos casos, la víctima espera que en algún momento la persona cambie de parecer, pero el abusador solo acude a ella cuando se siente triste, además de nunca mostrarse disponible emocionalmente para los demás. Usualmente, quienes realizan esta práctica tienden a presentar un elevado nivel de narcisismo y disfrutan que otras personas les presten atención.

Loverbombing: el abusador “bombardea” (de ahí su nombre) a su pareja con regalos, afecto y atención, al tiempo de atraer a su víctima a la misma dinámica. Sin embargo, y de forma muy similar al ghosting, el agresor se vuelve de repente frío, distante y manipulador, condicionando a la otra persona a que haga lo que el agresor desea.

“Una forma de identificarlo es cuestionarnos acerca de nuestras propias expectativas del amor romántico y hablarlo en pareja”, a veces, el agresor es consciente de su comportamiento.

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