Debido a que la piel de los bebés es delicada y aún no terminan de fortalecer su sistema inmune es necesario protegerlos frente al sol, para que gocen de sus beneficios.

De acuerdo con la Academia Estadounidense de Dermatología, tan solo es necesaria una quemadura por el sol con ampollas en la infancia o la adolescencia para duplicar las probabilidades de que esa persona de desarrollar un melanoma más adelante en su vida.

Debido a que los bebés son mucho más propensos a las quemaduras solares que los niños más grandes, es especialmente importante protegerlos de los rayos ultravioleta (UV) nocivos del sol. La Dra. Megha Tollefson, dermatóloga pediátrica de Mayo Clinic, ofrece consejos para mantener a salvo a los bebés cuando están al aire libre.

«Las quemaduras solares pueden ser muy dolorosas» explica la Dra. Tollefson. «Si son muy graves, pueden generar infecciones».

Si bien se cree que las quemaduras solares son preocupaciones a corto plazo, también existen riesgos a largo plazo de la exposición al sol.

«Mientras más exposición a los rayos UV tenga un niño —especialmente cuando es muy pequeño— y sufra más quemaduras solares, mayor será el riesgo de tener cáncer de piel más adelante en su vida», asegura la Dra. Tollefson.

La protección solar en los primeros 20 años de vida es la forma más crucial de protegerlos del riesgo de presentar cáncer de piel a largo plazo.

En el caso de los bebés, lo mejor es evitar los horarios de sol máximo, entre las 10 am y las 4 pm. Si no es posible hacerlo, llévalo a la sombra y vístelo con prendas de manga larga y sombrero.

La Dra. Tollefson también recomienda usar protector solar en las áreas de piel expuestas.

«Sugerimos que, a esa edad, los padres usen protectores solares con bloqueadores físicos en lugar de químicos, porque son mejores para la piel sensible», agrega.