Lo que ha sucedido en el mundo durante los dos años de pandemia, nos ha invitado a reflexionar seriamente sobre nuestra personalidad y la vida que deseamos llevar. Las cosas que antes eran importantes, quizá hoy no lo son tanto, pues las prioridades han cambiado. Hemos aprendido que hay que disfrutar la vida en el presente, aquí y ahora.

El sol, ese astro que regula el balance entre dos hormonas vitales, el cortisol para despertar en la mañana y la melatonina, que nos va adormeciendo cuando el astro rey se retira y cae la noche.

En la psicología es la fuerza del arquetipo solar que nos lleva a irradiar desde adentro y a preguntarnos, ¿Cuál es mi brillo? ¿Cómo muestro ese resplandor al mundo? Karina Eichner doctora en psicoterapia clínica de adultos, realizó una reflexión al respecto: “cuando meditamos sobre el símbolo del sol en nuestra vida activamos nuestro brillo verdadero, dejamos que esa fuerza solar deliciosamente toque a otros y les quite el frío. Su origen es la introspección donde anclamos nuestra esencia, esa parte nuestra que se siente plena y que cuando toca al mundo, lo ilumina y lo calienta con su luz”.

Encontrar ese aspecto solar dentro de uno no es fácil, pero no hay duda que cada quien tiene el suyo, para detectarlo es esencial seguir lo que verdaderamente nos interesa y trabajar con seriedad para desarrollar ese talento. Es vital nutrir tu sol interno y estar en contacto con él. Existen personalidades que optan por hacerlo a través de la cocina, otros detectan que les encanta explotar sus capacidades creativas que logran transformar los objetos.

El sol brilla para todos por igual y se requiere de valentía para descubrir tu capacidad solar, para permitirle que se expanda e ilumine. Es innegable que somos seres solares y que somos afectados por su presencia. El reto es montarte en tu carro solar interno, para iluminar el cielo desde tu propio sistema solar.