Es muy probable que te sientas desesperada, angustiada, fatigada y hasta enojada, por la segunda cuarentena para evitar el contagio del COVID-19.

Es normal y no estás sola, las cargas de trabajo en casa se han multiplicado, para todos y no se trata únicamente del trabajo; hay más ropa que lavar en casa, más comidas que preparar y obvio ordenar el caos al terminar el día, además de las fricciones que genera la convivencia con la familia. 

Un estudio realizado por la UCLA, detectó que cuando se generan sentimientos de enojo, aumenta la actividad en la amígdala, una parte del cerebro, encargada de detectar el miedo y activar alarmas para protegerte del peligro. Los científicos notaron que cuando se le ponía nombre, a los sentimientos asociados con el enojo, se manifestaba una disminución de la respuesta en la amígdala; es algo así, como tu semáforo interno, pasa de rojo a amarillo.

Respiraciones aliadas

Te ayudarán a detectar que es lo que te tiene irritable:

  • Coloca a la mano una libreta, cuando sientas que tus emociones te rebasan y comienzas a mostrarte irritable, es momento de tomarte unos minutos para ti; primero, anota un adjetivo en tu libreta, enojo, frustración, cansancio, estrés, incomodidad, lo que sientas. Pero, hazlo con sinceridad.
  • Date un tiempo para respirar. Aspira profundamente con los ojos cerrados y exhala, mientras imaginas que ese sentimiento te abandona. Repite al menos cinco veces, para lograr disipar tus sentimientos.
  • Los primeros cinco días, sólo anota y respira. Una vez que domines la técnica, puedes tomarte unos minutos más, para averiguar que detonó esa sensación; implicará un trabajo más profundo, pero te ayudará a identificarlo al tiempo que tu mente se calma.
  • Es importante realizarlo tan seguido como episodios aparezcan y será probable que con esta actividad seas más consciente de los detonantes, lo que te permitirá identificarlos fácilmente y no darles una importancia de gran magnitud.