Con una combinación de nutrimentos adecuados, hidratación, descanso y nulo estrés lo puedes conseguir. Conoce algunas recomendaciones para lograrlo:

  • Cuida tus intestinos: en efecto, un tracto digestivo sano, se traduce en una piel luminosa. Cuando no comes adecuadamente es probable que sufras de estreñimiento, gases, inflamación abdominal e incluso fatiga. Los problemas intestinales provocan que se pierdan vitaminas, minerales y antioxidantes que no son esenciales para mantener una piel saludable. Así que retira de tu dieta alimentos procesados, incluso alcohol, que son potenciales enemigos de una microbiota sana.
  • Apuesta por la fibra: su ingesta en el régimen nutricional asegura que las bacterias benéficas de la microbiota prosperen, lo que engrosará la pared de la mucosa inestinal y evitará el acceso de bacterias patógenas e incluso disminuye la inflamación, de acuerdo con un estudio publicado en Cell Host & Microbe. Para obtenerla, sólo es necesario que integres en tu dieta frutas y verduras.
  • Introduce probióticos: se ha descubierto que existe una relación entre la una microbiota sana y la piel, pues reducen problemas inflamatorios como acné, rosácea y arrugas prematuras. Las bacterias intestinales al elevar el sistema inmunológico reducen el riesgo de enfermedades crónicas que son ocasionadas por inflamación. Una piel inflamada no luce radiante, por ellos es importante incluir en la dieta probióticos que ayudan a equilibrar la microbiota y que puedes obtener los probióticos de alimentos fermentados  como el yogur, kimchi, chucrut y kombucha, según información obtenida del libro The beauty of a dirty skin.
  • Disminuye tu ingesta de azúcar: científicos han hecho numerosos estudios que han concluido que los alimentos azucarados pueden reducir las bacterias positivas que se encuentran en la microbiota y un tránsito intestinal lento, de acuerdo con el estudio  Al Effect of diets low and high in refined sugars on gut transit, bile acid metabolism, and bacterial fermentation.
  • Duerme lo suficiente: aumenta las células inflamatorias del cuerpo, lo que provoca una descomposición del colágeno y el ácido hialurónico, con lo que desaparece la luminosidad de la dermis. Además de que se incrementan las probabilidades de sufrir enfermedades relacionadas con el sistema inmune como el eczcema.