Uno de los objetivos de Fisher-Prices es que los pequeños descubran el mundo de la mano de sus productos, por ello se adaptan a las necesidades y etapas de crecimiento de los pequeños. Además de apoyarlos para desarrollar habilidades motrices, sensoriales, cognitivas y sociales que les ayudarán en su vida cotidiana.

Situado en East Aurora, Nueva York, el Play-Lab de Fisher-Price fue el primer centro de pruebas en la industria juguetera, con más de 70 años de experiencia, convirtiéndose así en el arma secreta de la marca y ofreciendo un valor agregado a sus consumidores.

A través de un equipo de expertos en desarrollo infantil, investigadores, diseñadores e ingenieros la marca conceptualiza, evalúa y pone a prueba cada uno de sus productos antes de salir al mercado. En el Play-Lab de Fisher Price niños de entre 0 – 8 años y padres de familia juegan con todos los productos, mientras las grandes mentes observan, analizan, desarrollan y mejoran alrededor de 450 juguetes al año.

«Nuestro laboratorio de juguetes es el corazón de Fisher-Price porque es ahí donde comienza la magia, recogiendo nuevas ideas directamente de los niños para asegurarnos que nuestros juguetes y productos siguen evolucionando para adaptarse a sus necesidades», dice la doctora Deborah Weber, Directora Senior de Investigación del Desarrollo Infantil en Fisher-Price.

El Play-Lab de Fisher-Price cuenta con gran tecnología, innovaciones y softwares avanzados que ayudan a los equipos de investigación a ver los juguetes desde los ojos de los pequeños, permitiéndoles pensar como ellos para lograr la creación de productos divertidos y enriquecedores, y asegurando la calidad y seguridad en cada uno de ellos.

“Creemos que ningún detalle es demasiado pequeño cuando se trata de jugar, es por eso que el papel de este laboratorio es crear una experiencia divertida y enriquecedora para las familias de todo el mundo» concluyó la doctora Deborah Weber.